Comisión Especial
sobre Gestión de Cumbres Interamericanas
Palabras de Jaime Aparicio
Director de la Oficina de Seguimiento a las Cumbres
Washington, DC, Noviembre, 2000
Señores Embajadores, Delegados
La construcción de sociedades que ofrezcan igualdad de
oportunidades a sus ciudadanos, sin distinciones ni exclusiones, es la
cuestión básica que resume el concepto de "realizar el potencial
humano".
Esa idea de una "sociedad para todos" (Cumbre
Social), señala el reto que tiene la próxima Cumbre de contemplar
propuestas de reformas orientadas a incidir efectivamente en la calidad de
vida de la gente. Reformas que sólo podrán transformarse en instrumentos
de progreso social si hay una interacción constructiva entre movimientos
sociales y actores políticos.
En la región hubo optimismo luego de la crisis de la
deuda de los 80s. Se realizaron cambios políticos, reformas económicas y
estructurales. Durante los años 90s, los expertos en economía se
entusiasmaron con los records de crecimiento de muchos países y se
olvidaron de ver que ese crecimiento no había mejorado la suerte de la
mayoría de la población.
Hoy, cuándo retenemos las preocupaciones de los
gobiernos respecto a AL y el Caribe, vemos que coinciden en que la tarea
pendiente es la cuestión social.
Seguimos teniendo el dudoso privilegio de ser la
región de mayor concentración de la riqueza en el mundo. Estamos
sentados en barriles de pólvora, cuya mecha es la desigualdad social.
Hay que ser muy prudentes en este tema, pues
es muy
peligrosa la estratificación del ingreso en América Latina. Hoy, el
fantasma del nuevo autoritarismo está en la desigualdad económica, en la
injusticia social, en la discriminación, la exclusión cultural y la
falta de oportunidades. Las necesidades básicas no atendidas no sólo
atentan contra la idea de fortalecer el potencial humano, sino que son una
amenaza real para todos. Muchos empiezan a preguntarse ¿cuál es la
fuerza de una democracia si queda reducida a la competencia entre unos
partidos por el acceso al poder y no cambia profundamente la vida de la
mayoría, si no disminuye la desigualdad, la violencia o la corrupción?
En los campos de la política y de las reformas
económicas la región ha logrado consensos importantes. Los diferentes
acuerdos internacionales emanados de las Cumbres y de las propias
Asambleas de la OEA, se han impuesto incluso contra intereses
circunstanciales de algunos Estados, en nombre de principios éticos
superiores. Esto, y tomo la interpretación de Thomas M. Frank (en un
artículo publicado en el "American Journal of Law)" ha
llevado a que el sistema regional, en los textos y en la práctica, tenga
hoy sus derechos democráticos explícitamente señalados y su
gobernabilidad interna validada en base a estandares internacionales y a
monitoreos sistemáticos de cumplimiento de esas reglas". Esto es
lo que ha facilitado una respuesta vigorosa de la OEA ante las últimas
crisis democráticas.
Si esto es verdad, y lo es, mucho más en el campo
económico, ¿no sería razonable que la próxima Cumbre se mueva en ese
mismo sentido y pueda fijarse ciertas metas concretas y verificables en el
campo de las políticas sociales, cuyo objetivo central sea disminuir
las desigualdades existentes y una mayor cohesión social?.
Creo que esa es hoy la tarea esencial, pues la región
no sólo sufre problemas estructurales profundos que afectan el desarrollo
de un proyecto de ciudadanía que garantice la realización del potencial
humano, sino que la situación, en varios países, se ha deteriorado.
Creo que esto nos debería llevar a pensar lo urgente y
necesario que es iniciar una verdadera cruzada contra los obstáculos que
impiden a las mujeres y hombres de muchos de nuestros países realizarse
plenamente. Obstáculos que seguramente tienen que ver, entre otros, con
la corrupción, la falta de solidaridad interna y externa, el deterioro de
la educación publica, la fragilidad de las instituciones, la deficiencia
de los servicios públicos, la inequidad de género, la falta de
oportunidades a la juventud y a la niñez, ineficientes políticas
fiscales, las exclusiones culturales, la falta de díalogo, la falta de
acceso a mercados, las malas gestiones públicas.
Daríamos un gran paso si la próxima Cumbre, en alguna
medida, logra vincular el progreso moral de la región a su progreso
humano e intelectual, situandonos en el triple terreno de lo político,
en la defensa de la democracia y las libertades; de lo cultural, en la formación de los individuos y el respeto a las diferencias
culturales; y de lo social, en la efectiva reducción de las
brechas sociales, tecnológicas y de oportunidades que dividen a nuestras
sociedades y a nuestros países.
Gracias.
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