Palabras del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos, César Gaviria, en la Reunión de Seguimiento de la Cumbre de las Américas

(Ciudad de Panamá, 2 de junio de 1996)

Un año atrás nos encontramos en Haití para revisar el trabajo que habíamos realizado en la ejecución del Plan de Acción definido por los mandatarios de la Región en la Cumbre de las Américas. Reconocíamos allí que pese a haber transcurrido sólo seis meses desde la reunión, podíamos apreciar gran progreso en la puesta en marcha de los programas de trabajo. Hoy, tal como lo ha indicado el Secretario de Estado Christopher en su mensaje, y lo han dejado en claro diversos expositores, podemos decir categóricamente que hemos logrado importantes avances en la consecución de los objetivos planteados en Miami. Ello se debe al trabajo decidido que han realizado los países y las organizaciones internacionales que integran el Sistema Interamericano.

En éste marco la OEA ha pretendido entregar una contribución concreta en las áreas que le fueron encomendadas, además de prestar todo su apoyo al trabajo que realizan los países miembros en los temas que cada uno de ellos coordina y promueve. En el marco de la Asamblea General que comienza mañana ustedes recibirán del Comité de Gestión de Cumbres Interamericanas del Consejo Permanente un informe pormenorizado sobre los avances que ha hecho la Organización.

Sin desconocer los variados temas en que la OEA ha participado, quisiera aprovechar esta ocasión para destacar dos áreas que son de gran importancia y muestran fehacientemente el cambio que experimenta la Región. Primero, creo que nadie cuestiona la relevancia de la Convención Interamericana contra la Corrupción suscrita por la mayoría de los Estados miembros en la reunión realizada en Caracas hace pocos meses. Esta Convención, producto de un trabajo mancomunado de los gobiernos de la región en el seno de la OEA, constituye un hito en el derecho internacional por cuanto por primera vez determina que la corrupción constituye un delito común y abre las posibilidades para perseguir éste delito con la cooperación judicial entre países.

Las naciones americanas han indicado con ella su fuerte voluntad política de realizar todos los esfuerzos necesarios para enfrentar la amenaza que constituye la corrupción tanto para el desarrollo económico, como también para la consolidación de la democracia, y para las bases éticas de nuestras sociedades. El próximo paso a dar en éste campo será el de instar a todas las naciones de la Región a firmar y ratificar esta Convención, y luego avanzar en la definición de un plan de acción realista y sustantivo para enfrentar éste mal.

En segundo lugar deseo subrayar los avances que hemos logrado en el área de comercio. En un año, los ministros del sector se han reunido en dos ocasiones y se han logrado importantes progresos en establecer las bases técnicas necesarias para permitir en un futuro próximo el inicio de las negociaciones tendientes a la creación del Area de Libre Comercio de las Américas. Ello se ha hecho a través de los grupos de trabajo que, apoyados por la OEA, el BID y la CEPAL, han ido acumulando información y analizando los marcos legales y técnicos que cada país deberá enfrentar en el proceso de negociación comercial. Un ejemplo concreto de éste trabajo es la elaboración, por parte de la Unidad de Comercio de la OEA, del "Compendio Analítico de Acuerdos de Comercio e Integración del Hemisferio" que será entregado a los Ministros de Comercio en los próximos días. Esta etapa del proceso es lenta y poco espectacular desde el punto de vista de su resonancia pública, pero resulta absolutamente necesaria para poder negociar sobre bases conocidas por todos y para asegurar que el proceso de negociación política se realizará sobre argumentos técnicos sólidos y con un lenguaje común.

La razón para destacar estos temas radica en que ambos ejemplifican la capacidad de la OEA de adaptarse, tal como lo planteara en La Nueva Visión, a los nuevos desafíos y necesidades de los países de la Región. Pero esto no es mérito exclusivo de la OEA. El argumento de fondo es que los Estados miembros se encuentran hoy, más que nunca antes en su historia, dispuestos a discutir franca y abiertamente los problemas reales que los afectan y a buscar soluciones concretas y prácticas. El multilateralismo y la acción colectiva comienzan a ser una realidad política de la Región, y la OEA ofrece un espacio propicio para que los Estados miembros avancen esos esfuerzos desde su seno.

Los importantes avances logrados en los distintos temas no implican que el proceso de seguimiento de la Cumbre haya estado libre de problemas. Por el contrario, viejos y nuevos problemas atentan contra la paz, la seguridad, la democracia, y la economía de nuestro Hemisferio. Hasta hace unos pocos meses, vivíamos quizás una oleada de euforia ¡limitada. Hoy ya sabemos que no hay utopía sin tropiezos. Y lo que nos propusimos en la Cumbre de las Américas no es una excepción.

Por ello, debemos dar señales incuestionables de la intención y voluntad de los países de la Región para continuar avanzando en la consolidación de la democracia, en la integración económica y comercial, en la derrota de la pobreza y de la discriminación, y en el uso responsable de nuestros recursos. Nuestro trabajo debe traducirse en que los ciudadanos de las Américas vean claramente como sus gobiernos defienden sus libertades políticas y económicas, pero también como, después de varios años de reformas económicas, mas que cualquier otra cosa, ellos buscan asegurar la igualdad, la justicia social, los nuevos derechos, y niveles crecientes de democracia, de participación y de control ciudadano.

Apreciados amigos:

Quienes estamos comprometidos con los objetivos trazados en la Cumbre de las Américas debemos dar señales inequívocas de rechazo a las tentaciones unilaterales y las soluciones simplistas o extremas para hacerle frente a problemas comunes y, por lo general, complejos. Entre todos debemos fortalecer el multilateralismo como herramienta eficaz para resolver los problemas colectivos del Sistema Interamericano.

La Cumbre celebrada en Miami en 1994 nos demostró que hoy somos capaces de dialogar, de enfrentar problemas conjuntamente y de buscar soluciones pragmáticas a esos problemas. Una segunda Cumbre debe ser capaz de convencer a la población de la Región de que sus dirigentes son capaces de responder con eficacia a sus necesidades. Creo que no podemos conformamos con nada menos, sé que estamos preparados para dar mucho más.

Al efectuar esta transición de un país coordinador de la Cumbre a otro, la OEA pone a disposición de los Estados miembros toda su capacidad para colaborar en un seguimiento eficaz de las tareas que vienen realizándose de modo de evitar que en el traslado de la Cumbre del Norte al Sur haya temas que queden rezagados. Por otra parte, al preparar la segunda Cumbre, tanto el país anfitrión como el resto' de los Estados pueden contar con el trabajo y la cooperación de la OEA para prestar mayor apoyo y asumir mayores responsabilidades en la asistencia técnica que requieren las instancias de discusión hemisféricas. La OEA estará preparada y dispuesta a destinar sus mejores recursos y esfuerzos a apoyar el trabajo de todos los Estados miembros en beneficio de un mayor bienestar para los hombres y mujeres que caminan por éste Continente.

Muchas gracias.