Palabras del del Secretario General de la OEA en la Reunión del Grupo de Seguimiento de la Cumbre de las Américas.

(Haití, Junio 3 de 1995)

Esta es una ocasión feliz. Solo seis meses después de que se llevara a cabo la histórica cita de la Cumbre de las Américas, nos encontramos nuevamente reunidos para evaluar el progreso alcanzado en el desarrollo del Plan de Acción definido por los Mandatarios del Continente. Y como se puede observar con toda claridad en el informe de los Señores Cancilleres, tanto los países como los grupos sub-regionales y los organismos multilaterales han abordado con entusiasmo la puesta en marcha de los programas y las acciones previstas en la Declaración de Miami.

En todas las áreas de acción el hemisferio puede mostrar avances significativos y concretos. Las expectativas de cambio que generó el encuentro de los mandatarios han sido ampliamente superadas. Los pueblos de las Américas han sido oídos y sus anhelos adecuadamente interpretados. Seis meses después, se puede afirmar que cada de uno de los países y de los organismos aquí representados le han cumplido a América y a todas las gentes del Hemisferio.

Pero este es solo el comienzo. Ante nosotros, como lo reconoce el informe de los Señores Cancilleres, tenemos aun grandes retos. La agenda de la Cumbre de Miami es amplia y para desarrollarla se requerirá de todas nuestras energías individuales y colectivas. Y para mantener viva la voluntad política y la esperanza nada mejor que este tipo de encuentros donde de manera franca podemos regocijarnos sobre lo mucho que se ha alcanzado y dialogar sobre la mejor manera para seguir adelante.

Para la Organización de Estados Americanos tiene especial significado que esta reunión del Grupo de Seguimiento de la Cumbre coincida con la Asamblea General. En la OEA hemos entendido bien que Miami fue el comienzo de una nueva era para el Hemisferio, que coloca en los hombros del Sistema Interamericano inmensas responsabilidades. Asamblea General. En la OEA hemos entendido bien que Miami fue el comienzo de una nueva era para el Hemisferio, que coloca en los hombros

El Sistema Interamericano inmensas responsabilidades.

Es por ello que quiero agradecer al Señor Secretario de Estado el reconocimiento que ha hecho de la contribución que nuestra Organización viene haciendo para impulsar los objetivos de la Cumbre de las Américas. La OEA, tanto a nivel político en el Consejo Permanente como en la Secretaría General, ha realizado un esfuerzo sin precedentes para cumplirle a los países miembros y a las gentes del Hemisferio.

En el fortalecimiento de la democracia, en el impulso a la integración comercial, en la defensa de los derechos humanos, en la lucha contra la corrupción, en la batalla contra las drogas, en fin, en todas nuestras áreas de responsabilidad, se siente un mayor dinamismo y una mayor efectividad. Esto sin duda también ha sido posible por cuanto hemos trabajado hombro a hombro con las demás instituciones interamericanas, particularmente con el Banco Interamericano de Desarrollo.

Es mucho lo que se ha hecho pero es mucho más lo que tenemos por hacer. Para alcanzar los objetivos de la Cumbre y poder satisfacer los anhelos de los países miembros, no basta simplemente con hacer más de los mismo. Es indispensable darle un vuelco a nuestra Organización para que se ajuste a los nuevos tiempos, para que asimile plenamente la nueva agenda y para que pueda responder con eficacia a las inmensas esperanzas que ha puesto el Hemisferio en las posibilidades de la cooperación y acción colectivas.

Es por ello que hemos sometido a consideración de los países miembros una Nueva Visión de la OEA, para que mediante la reflexión conjunta en el Consejo Permanente, y ahora en nuestra Asamblea General, le definamos un rumbo a la Organización que corresponda a las necesidades sentidas del Hemisferio y a los mandatos de la Cumbre de las Américas. Esa nueva visión sobre el papel de la OEA servirá para imprimirle más vigor al Sistema Interamericano y permitirá aprovechar mejor la oportunidad histórica que tiene hoy la acción conjunta para transformar profundamente la realidad de nuestro Hemisferio.

La implementación de los mandatos de la Cumbre avanza con eficacia, en gran medida por el celo que los países han puesto en las labores de seguimiento. Sin duda este Grupo, y la Presidencia de los Estados Unidos, han contribuido enormemente para que el Plan de Acción sea hoy un proceso en curso lleno de realizaciones. Permítanme felicitar al Señor Secretario de Estado y al Consejero Presidencial Maclarty por la forma en que han liderado y coordinado ese proceso de implementación y seguimiento.

Ahora nos encontramos en un momento crucial del proceso de implementación. La Cumbre va a ingresar a una nueva fase en la que las responsabilidades se van a multiplicar, los temas de la agenda de Miami van a adquirir gran complejidad técnica y, para satisfacción de todos, las acciones van a volverse cada vez más concretas, demandando enorme dedicación de energías.

Por ello cabría preguntarse la conveniencia de construir sobre la positiva experiencia del Grupo de Seguimiento y evolucionar hacia un esquema que responda tan eficazmente como hasta ahora a las exigencias y los retos de esa nueva fase de desarrollo de los mandatos de la Cumbre. Podrían, por ejemplo, algunos países y organismos con especial interés o capacidades, asumir el liderazgo de algunas de las áreas y coordinar así de manera más cercana todo lo que tuviera que ver con ese aspecto específico.

La OEA y el conjunto del Sistema Interamericano podría apoyar a nivel técnico a los países en esa labor, y también asumir la responsabilidad de la coordinación de aquellas áreas donde evidentemente se tienen ventajas comparativas. Aun cuando entiendo que está no es la ocasión para decidir sobre esos temas, sí me parece conveniente que empezemos a reflexionar sobre el asunto para garantizar que dentro de seis meses, cuando nos volvamos a reunir, tengamos tantos éxitos y avances para mostrar como los que hemos tenido hasta ahora.

La Cumbre no solo ha definido un horizonte claro para la democracia y el desarrollo en el Hemisferio. En Miami también se liberó la agenda política de las cadenas de la desconfianza. Ahora nos convoca la inspiración de los valores compartidos y los urgentes retos comunes que afectan a todos los países por igual. Esa identidad fundamental ha propiciado el entendimiento y ha hecho de la Cumbre un gran paso hacia adelante en cuanto a las posibilidades del diálogo político en e1 Hemisferio.

No quiero terminar sin señalar que adicionalmente a las realizaciones concretas que aquí se han reportado, existe una más, que quizás trasciende a todas ellas. Me refiero al espíritu de solidaridad hemisférica que se ha generado desde la Cumbre de las Américas. En los buenos momentos, y en los instantes amargos que hemos vivido en estos últimos seis meses desde la reunión en Miami, soy testigo de que hay un nuevo animo entre los países del Hemisferio, para buscar mediante la acción colectiva y la cooperación la solución de nuestros problemas. Ese espíritu se renueva aquí en Haití, cuando vemos al alcance de la mano, en la libertad que vive hoy el pueblo haitiano, el verdadero sentido de nuestra solidaridad interamericana.

Muchas Gracias.

[SIRG/1995/I_M/tracker.htm][SIRG/1995/I_M/tracker.htm]