Discurso del Se�or Secretario de Programaci�n para la Prevenci�n de la Drogadicci�n y la Lucha contra el Narcotr�fico de la Presidencia de la Naci�n, Dr. Julio Cesar ARAOZ, A la Sexta Reuni�n del Grupo de Revisi�n de la Cumbre

(Kingston – Jamaica 15 y 16 de Mayo de 1996)

 

Como hombre de nuestra Am�rica, me es grato, dirigirme a este importante foro, que nuclea a las hermanas naciones del Continente.

Expreso la satisfacci�n de mi Gobierno por tener el honor de ocupar un lugar en esta Cumbre, que se propone luchar contra los delitos transnacionales que afectan al Hemisferio y en particular el tr�fico il�cito, de estupefacientes y el lavado de dinero producido por el mismo.

Comienzo destacando los avances en la conciencia y la voluntad de todos los gobiernos del continente en pos de unificar esfuerzos y coordinar medidas y acciones que permitan llevar a cabo con mayor eficacia y mejores resultados la lucha frontal contra el tr�fico il�cito de drogas y sus delitos conexos.

La Cumbre de las Am�ricas, la Declaraci�n de Buenos Aires o la Resoluci�n propuesta ante la Comisi�n de Estupefacientes del Consejo Econ�mico Social de la Organizaci�n de las Naciones Unidas en su Trig�simo Noveno Per�odo de Sesiones, que tuvo lugar en Viena, Austria entre el 16 y el 25 de abril del corriente a�o son otras tantas expresiones de esa conciencia y de esa voluntad que abarca los diversos niveles de una lucha frontal contra el tr�fico il�cito, de drogas y sus delitos conexos.

Hay que destacar que lo que llamamos tr�fico il�cito es un fen�meno que ha venido creciendo en los �ltimos 30 a�os hasta haberse convertido hoy en uno de los desaf�os principales que nos plantea este mundo globalizado en el que nos toca vivir.

Como bien sabemos quienes estamos aqu�, el giro anual generado por este comercio ilegal puede estimarse en unos 500 mil millones de d�lares y habiendo alcanzado esa escala puede decirse que no hay pa�s en el orbe y que no hay ning�n sector en la vida interna de todas las comunidades que pueda considerarse excluido de esta problem�tica.

Por establecer un orden, una primera fase en el fenomeno de esta problem�tica es el que corresponde a la producci�n.

En esta materia, por una parte, se han propuesto y se comenzaron a llevar a cabo medidas tendientes a reducir o erradicar los cultivos de coca, opio y cannabis. Los esfuerzos de los llamados pa�ses productores; la asistencia brindada a esos esfuerzos por otras naciones y la cooperaci�n de agencias internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalizaci�n de las Drogas, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial se ven limitadas por cuanto los recursos financieros y las facilidades comerciales no pueden compensar a los campesinos en forma suficiente para que emprendan el desarrollo de cultivos alternativos. Por lo demas, debe reconocerse que en algunos casos el desarrollo de esas posibilidades alternativas deben reorientar h�bitos culturales arraigados por siglos de tradici�n.

Otra de las tareas en la que se est� procurando avanzar, en la batalla que libramos, en el frente de la producci�n, es la que apunta a extornar el control de precursores y sustancias qu�micas utilizadas para elaborar drogas il�citas, a fin de evitar en todo lo que sea posible el acceso de los traficantes a tales sustancias. En este aspecto debemos reconocer que, a mi pa�s, la Argentina, le corresponde una responsabilidad importante y en tal sentido estamos elaborando mejores instrumentos legislativos y procurando afianzar nuestras capacidades operativas a fin de incrementar la eficiencia en ese control. Los vac�os legislativos y la extrema permeabilidad de nuestras fronteras, cuya vigilancia requiere de medios materiales y personales no siempre disponibles, son algunas de las dificultades existentes para hacer efectivo ese control y estamos procurando superarlas en la medida de nuestras posibilidades.

Un segundo frente es el del tr�fico y la comercializaci�n de las drogas.

La cooperaci�n en materia de recursos, informaci�n e inteligencia entre varios pa�ses ha posibilitado alcanzar algunos �xitos significativos en la interdicci�n de embarques a�reos, mar�timos y terrestres que posibilitaron importantes decomisos y generaron encarecimiento y dificultades en los circuitos de transporte de las drogas desde los centros de producci�n a los de consumo.

La investigaci�n, procesamiento y condena de grandes redes de traficantes se vio facilitada por la adecuaci�n de la legislaci�n de los diversos pa�ses para facilitar la persecuci�n y castigo de esta modalidad delictiva, as� como por un fortalecimiento de las estructuras gubernamentales en cada pa�s y la creciente cooperaci�n y coordinaci�n de las fuerzas dedicadas a esa tarea.

Pero los logros alcanzados no deben ocultar que a�n resta mucho por hacer en materia de adecuaci�n de las legislaciones nacionales para mejor combatir en este frente, as� como perfeccionar los instrumentos de cooperaci�n internacional. Vale decir que los recursos materiales (sistemas de comunicaci�n, medios de transporte e inclusive armamentos) con los que cuentan los traficantes suelen superar, en much�simos casos con holgura, los de las fuerzas y organismos gubernamentales que les combaten, lo que no es una de las trabas menores para el cumplimiento exitoso de esa misi�n.

Un tercer frente es el que apunta a combatir el llamado lavado del dinero generado por el narcotr�fico.

Existe en esta materia una creciente aceptaci�n en cuanto a la necesidad de tipificar adecuadamente el delito del lavado en todas las legislaciones del continente, a fin de evitar que trampas "legales", bien estudiadas por los lavadores, impidan su merecido castigo.

La creaci�n en cada uno de nuestros pa�ses de una "Unidad de Informaci�n Financiera" - "FIU", seg�n la sigla en ingl�s - est� siendo cada vez mas aceptada como parte ineludible de un programa eficaz de control de lavado.

En este camino, la necesidad de una instancia nacional centralizada para la coordinaci�n de los esfuerzos anti-lavado aparece como imprescindible.

Poner en marcha un sistema que posibilite la divulgaci�n y el intercambio de informaciones acerca de transacciones sospechosas en las instituciones financieras hace necesaria la puesta en marcha de esas agencias centrales por pa�s para la valoraci�n y procesamiento de esos informes.

Esas agencias centrales as� concebidas se podr�an integrar a una verdadera red de FIUs, principal ant�doto contra el establecimiento de santuarios para el dinero producido ilegalmente.

La globalizaci�n de la actividad econ�mica y la internacionalizaci�n de los delitos financieros han hecho de la propuesta internacional coordinada un imperativo ineludible.

El establecimiento de las medidas deber� ser fortalecido con una fuerte decisi�n pol�tica que impida, entre otras cosas, comerciar con �reas geogr�ficas "oscuras", impedir que el secreto bancario, como derecho de los banqueros de proteger la privacidad de los clientes, sea utilizado como excusa para consentir actos ilegales.

El secreto bancario, sano principio en una determinada etapa del desarrollo econ�mico - social, deber� ser adaptado a las nuevas circunstancias impuestas por la existencia de delitos transnacionales y tambi�n se deber�n remover los estorbos fiscales cuando obstaculicen la cooperaci�n internacional de la lucha contra el lavado.

Los pa�ses deber�an establecer un sistema conforme al cual los bancos y dem�s instituciones financieras denuncien toda transacci�n en efectivo por encima de determinado monto, a un �rgano nacional central, con una base de datos computarizada, que se pondr� a disposici�n de las autoridades competentes, para utilizar en los casos de lavado de activos. No es sencillo. Habr� que encontrar el modo de salvaguardar el uso adecuado de la informaci�n.

Diversos Estados han instituido un �rgano para recibir de las entidades financieras y otros operadores econ�micos la informaci�n necesaria sobre transacciones sospechosas, cuyo procesamiento las convierta en una valla dif�cilmente transpasable para los lavadores de dinero. Ese �rgano, que desempe�a un papel de filtro, es a veces ubicado en esferas administrativas, otras judiciales y otras tiene una estructura mixta. En la Argentina hay decisi�n de constituirlo inmediatamente como �rgano mixto y en estos momentos se est� formulando el proyecto respectivo.

Una dificultad a puntualizar consiste, en muchos casos de la insuficiencia de expertos financieros y policiales capacitados para intervenir adecuadamente en las areas donde se pueda desarrollar el lavado de activos financieros. Se deberan desarrollar sistemas de capacitaci�n de agentes para actuar tanto en el llamado periodo de "sospecha" corno en sede judicial. Deber�an establecerse verdaderos m�dulos de capacitaci�n, la cual deber� unificarse en todas las FIUs.

Las FIUs desarrollan enfoques pro-activos, preparando los antecedentes para su elevaci�n a las fiscal�as; o bien enfoques reactivas, incorporando la informaci�n para verificarla. Creemos que se podr�a lograr un enfoque superador combinando los dos m�todos. Para esto existen obst�culos legales, insuficiencia de leyes y normas antilavado; y administrativos, insuficiencia de cooperaci6n interna en cada pa�s entre sus diferentes organismos y jurisdicciones. Sin ello se dificultad cualquier tipo de cooperaci�n internacional, la cual es decisiva al encontrarnos frente a un delito de car�cter transnacional. De no cubrirse esos dos aspectos, los obst�culos legales y administrativos resultan de muy compleja resoluci�n.

Es la interdicci�n de sus ganancias lo que m�s duele a los traficantes de la muerte y es all� donde deberemos golpear. Porque el fin del narcotraficante es el lucro ileg�timo. Y si nuestro fin es la protecci�n del ser humano, esa tutela debe desalentar o impedir tal actividad degradante, impidiendo ese lucro que es la motivaci�n de la actividad delictiva.

Por ello tambi�n deberemos fomentar la cooperaci�n administrativa y legal logrando una mejor asistencia mutua.

Pero, a pesar de su extrema importancia, todos esos frentes de batalla son menos decisivos que el del consumo en el que es preciso eliminar o reducir la demanda il�cita de estupefacientes y sustancias sicotropicas.

Estamos convencidos que, a�n cuando la lucha en los frentes de la producci�n, del tr�fico y la comercializaci�n y del lavado del dinero generado por el tr�fico de drogas alcanzar� los altos niveles de eficiencia y eficacia que son deseables y que aun no tienen, lo que se logre en esos tres frentes no conducir� a terminar con este dram�tico fen�meno en tanto no se logre una reducci�n dram�tica en el nivel del consumo.

Vale subrayar el dato obvio que da cuenta que son muchos millones los compradores y consumidores de drogas y mientras subsistan esos h�bitos y esos niveles de consumo habr� quienes provean a esa demanda, obtengan las ganancias que devienen de atender a esos mercados y reciclen esos dineros malhabidos.

Es por eso que entendemos que el frente principal de la lucha contra el narconegocio es el que procura reducir el consumo de drogas y esa batalla se libra en el coraz�n, en el esp�ritu y en la mente de los consumidores.

Siendo la m�s importante esta es tambi�n la batalla m�s dif�cil.

Con leyes, recursos presupuestarios y materiales, disposiciones t�cnicas, estructuras y funcionarios adecuados es posible llegar a asestar golpes severos a este crimen organizado.

Pero las leyes, los recursos presupuestarios y materiales, las disposiciones t�cnicas, las estructuras y los funcionarios adecuados no son suficientes para librar con �xito la batalla cultural contra el consumo de drogas.

Dar una respuesta a este fen�meno debe entenderse como una responsabilidad de todos los gobernantes dado que quienes elaboran las drogas, quienes las transportan y las venden, los que reciclan los miles de millones de d�lares generados por ese comercio y los pol�ticos y dirigentes que se corrompen en comportamientos c�mplices con este negocio de la muerte; todos ellos dependen en �ltima instancia de la subsistencia de ese amplio mercado que constituyen millones de compradores de las drogas.

No incurriremos en la soberbia de suponer que podremos exponer la complejidad causal de este alarmante fen�meno.

Pero, a�n en un plano de generalidad que debe ser desagregado y enriquecido, debemos decir que pensamos que en la ra�z de la expansi�n del consumo de drogas est� el vac�o vital suscitado por desviaciones culturales que conducen a un hedonismo que ignora el verdadero bien humano. Es esencial la defensa de los valores �ticos, de una cultura que dote a los seres de un sentido trascendente de la vida.

Se�ores Delegados:

El tr�fico ilegal de drogas y sus delitos conexos son un desaf�o que pone en juego la vida misma de nuestros pueblos. Porque la droga no s�lo mata. La droga esclaviza y la libertad es condici�n indispensable de la sociedad democr�tica y de la econom�a de empresas.

De all� que se equivocan quienes piensan que lo que importa es acceder a los capitales que solventen el desarrollo y que poco importa el origen de esos capitales.

Es necesario elevar nuestra voz para alertar contra ese craso error puesto que los capitales acumulados en base a traficar con la muerte no pueden sostener una economia libre. Esos capitales corrompen todo lo que tocan e instalan el delito en sus peores formas.

El desaf�o hist�rico de la lucha contra el narconegocio debe ser asumido como una responsabilidad global y compartida.

No debe aceptarse que se reduzca esa lucha a alguno de sus aspectos, sea esta la oferta o la demanda, y tampoco es aceptable que se limite la necesaria responsabilidad compartida.

Sin desconocer la importancia de valores como la privacidad, las necesidades de inversi�n o la libertad de circulaci�n de los capitales; tengamos en cuenta que aqu� est�n en juego valores tan esenciales como la libertad y la vida de las personas y estoy comprometido el futuro mismo de la humanidad.

Muchas Gracias 

[SIRG/1996/VI/tracker.htm][SIRG/1996/VI/tracker.htm]