Discurso del Embajador Juan Martabit con Motivo de la Apertura de la VII Reuni�n del SIRG

(30 de septiembre de 1996)


Estimado Consejero Presidencial se�or Thomas McLarty,
Se�or Presidente del Grupo de Revisi�n de la Implementaci�n de la Cumbre,
Embajador Jeffrey Davidow,
Se�oras y se�ores delegados,
Estimados amigos,
 
Muy gentilmente se me ha invitado a formular algunos breves comentarios y apreciaciones respecto a la cumbre de las Am�ricas. Creo mas bien conveniente referirme hoy a los resultados de Miami y dejar para ma�ana, en que en rigor asumir� la presidencia de los trabajos preparatorios de la II Cumbre hemisf�rica, el tema de la Cumbre de Santiago.

A un a�o y diez meses en que se celebro aquel encuentro, podemos apreciar con satisfacci�n que dicho proceso ha evolucionado en t�rminos positivos. Este enorme esfuerzo de cooperaci�n y entendimiento ha ido tomando forma y hoy podemos exhibir resultados en diversas �reas. Paulatinamente y gracias a la voluntad mancomunada de los pa�ses del hemisferio, hemos podido abordar los temas establecidos en la agenda de Miami, conciliar posiciones, definir y adoptar cursos de acci�n conjuntos y cumplir de esa manera con algunos de los mandatos establecidos por los jefes de estado y de gobierno. El dialogo, la concertaci�n y la activa participaci�n de todos nuestros pa�ses, nos ha permitido avanzar en algunos de los objetivos propuestos por nuestros mandatarios.

As�, hemos podido materializar una serie de iniciativas destinadas a profundizar los trabajos para fortalecer la democracia y el respeto a los derechos humanos: avanzar en las tratativas para crear una zona de libre comercio en el hemisferio, con el establecimiento de los grupos de trabajos nacidos en Denver y Cartagena; definir estrategias para impedir el lavado de dinero; impulsar y suscribir una convenci�n contra la corrupci�n; formular orientaciones en el campo de la lucha en contra del terrorismo: establecer un comit� sobre cuestiones financieras hemisf�ricas; dar una estructura institucional a las acciones vinculadas a la energ�a y a la ciencia y tecnolog�a: elaborar un plan de acci�n en el �rea de la contaminaci�n: efectuar conferencias tem�ticas tal como aquella sobre la erradicaci�n de la pobreza y la discriminaci�n; adoptar medidas para fomentar la confianza y la seguridad en el hemisferio: y definir y concretar planes para mejorar el nivel de educaci�n y el sector salud, con el importante y valioso apoyo de los organismos regionales, son iniciativas que merecen ser mencionadas.

Ahora bien, no obstante esos valiosos avances, debemos reconocer al mismo tiempo, que aun falta mucho por hacer para lograr la concreci�n integral de los compromisos adoptados en diciembre de 1994. Se precisa, en �ste sentido, de un esfuerzo sustancial de parte de toda la comunidad hemisf�rica.

Comprendemos que el proceso en si es complejo y por tanto, resulta muchas veces dif�cil que avance con el dinamismo que quisi�ramos. Sin embargo, consideramos que en esta etapa debemos procurar imprimirle un nuevo impulso, orientando nuestras labores hacia las �reas que requieren mayor urgencia y eliminando los factores que entorpecen la buena marcha de �ste esfuerzo colectivo.

En t�rminos pol�ticos, los acuerdos surgidos de Miami plasmaron un nuevo esquema y estilo en lo que a las relaciones inter-hemisf�ricas se refiere, cuya caracter�stica principal ha sido la reafirmaci�n de principios jur�dicos establecidos en el derecho internacional como es el respeto a la soberan�a de los estados: el dialogo por sobre la confrontaci�n: privilegiar los mecanismos de consulta por sobre las acciones unilaterales; y la formulaci�n de acciones conjuntas para preservar la paz y la estabilidad; y, por ultimo, procurar el desarrollo integral de todos los hijos de esta Am�rica, objetivo final de cada uno de nuestros gobiernos.

Sin embargo, vemos que no siempre es f�cil transitar dentro de estos par�metros. esperamos que conductas, que indudablemente restan m�rito y brillo a esta atm�sfera constructiva, constituyan hechos del pasado y que cualquier tentaci�n de esa naturaleza desaparezca definitivamente. La propia cumbre de las Am�ricas; la forma en que esta se gesto y los resultados anotados precedentemente, son un claro e inequ�voco ejemplo de la absoluta conveniencia de continuar potenciando nuestros lazos sobre la base del esp�ritu de la cumbre de 1994. El objetivo fundamental que reuni� a nuestros mandatarios en aquella oportunidad. fue buscar y definir en forma conjunta acciones destinadas a mejorar las condiciones de vida y ampliar las oportunidades de nuestros pueblos.

En ese contexto, la relaci�n entre democracia y desarrollo econ�mico fue considerada esencial a la hora de analizar la eficacia y efectividad del r�gimen pol�tico. Se le atribuyo as� a la necesidad de conseguir equilibrios macroeconomicos que posibiliten incrementar el crecimiento, un efecto importante para la reducci�n de la pobreza y para la correcci�n progresiva de las desigualdades.

Uno de los instrumentos escogidos para tales efectos fue la creaci�n del Area de Libre Comercio, con miras a permitir un incremento sustancial del intercambio comercial y de las inversiones en la regi�n.

A �ste respecto, estoy cierto que los trabajos que se est�n desarrollando bajo la direcci�n de nuestros ministros de comercio son un valioso, constructivo y sustancial aporte para tal objetivo. Belo Horizonte constituir� otro paso mas, como lo fueron Denver y Cartagena de indias, para avanzar en la construcci�n de dicha �rea.

Al mismo tiempo, vemos con gran satisfacci�n que muchos de nuestros pa�ses han encaminado sus esfuerzos en esa direcci�n. as� lo han hecho los del Mercosur, junto a Chile y Bolivia. Esa misma se�al la est�n dando otras agrupaciones regionales. el pacto andino, el CARICOM y los pa�ses Centro Americanos son valiosos ejemplos en ese sentido. en esos mismos t�rminos se aprecian y valoran las tratativas bilaterales, actualmente en desarrollo en el hemisferio.

Ciertamente, tales procesos en definitiva tender�n a converger hacia una �rea de libre comercio que incluya todo el hemisferio. Estimo que para plasmar en realidad esta importante iniciativa a mas tardar el ano 2005. Se hace absolutamente necesario que tambi�n otros acuerdos, puedan reiniciar el proceso de ampliaci�n y que pr�ximamente den cabida al ingreso de nuevos miembros y, en �ste sentido, sus expresiones, Sr. McLarty, sobre las intenciones del Presidente de los Estados Unidos de Am�rica y otros lideres del congreso, los acogemos con el mayor inter�s.

Nos encontramos en una etapa particularmente importante para el proceso que iniciamos en 1994. De hecho, en el d�a de ma�ana deberemos abocarnos a discutir la orientaci�n que le queremos dar a la II cumbre hemisf�rica. Nuestro trabajo y nuestras acciones no tendr�n mayor significado si es que no interpretan y atienden el pensamiento y las aspiraciones de nuestros pueblos.

De ah� la imperiosa necesidad de profundizar las acciones hasta ahora realizadas, de manera de poder exhibir en un plazo prudencial nuevos y concretos resultados: enfocando tales esfuerzos - siempre dentro de los par�metros establecidos en Miami - a solucionar las graves y serias dificultades socio-economicas que aun afectan a nuestros pa�ses; impulsando programas que permitan elevar el nivel educativo y cultural de la poblaci�n: acentuando las acciones que tengan por finalidad principal facilitar a aquellas naciones de menor desarrollo relativo, generalmente monoproductores, a ampliar su oferta exportable y as� incrementar las oportunidades para sus habitantes; mejorando e integrando nuestras v�as de comunicaci�n para abaratar los costos de transportes; facilitando el ingreso de nuevos capitales productivos; ampliando la apertura de nuestros propios mercados; etc., en fin, creando las condiciones necesarias para que la poblaci�n pueda apreciar en t�rminos reales y en forma directa, los beneficios que reporta la decisi�n pol�tica adoptada por los mandatarios del hemisferio de emprender �ste esfuerzo conjunto, para dar un salto en nuestros niveles de desarrollo y as� aprovechar adecuadamente el enorme potencial de nuestros recursos, sobre la base de una Am�rica en que los valores democr�ticos y el respeto a la dignidad humana, est�n plenamente garantizados y consolidados.

Estimado Consejero Presidencial McLarty y Secretario de Estado Adjunto Davidow, me sumo a lo dicho por ustedes. Confiamos en que mas all� de contingencias electorales, dificultades moment�neas o lentitudes no deseadas, el proceso iniciado en Miami contin�e firmemente su camino de cooperaci�n.

Estamos a pocos anos del termino del siglo y debemos ingresar al pr�ximo con la clara esperanza de ayudar a la creaci�n de una nueva atm�sfera para nuestros pueblos.

Voluntad y determinaci�n, no nos faltaran. Es ese el compromiso del Presidente y Gobierno de Chile al invitar a una segunda cumbre hemisf�rica en marzo de 1998.

Finalmente y para terminar, deseo destacar el esfuerzo y creatividad de �ste Grupo de Revisi�n de la Implementaci�n de la Cumbre, como tambi�n la tenaz labor desarrollada por la Oficina Coordinadora del Departamento de Estado y quienes colaboran con el Embajador Brown. Igualmente deseo destacar la permanente buena disposici�n de nuestros organismos regionales como la OEA, el BID, la Comisi�n Econ�mica para Am�rica Latina y el Caribe y la Organizaci�n Panamericana de la Salud. Todo esto ha sido una experiencia de la mayor utilidad y esperamos que a esta s�ptima reuni�n que hoy iniciamos, se sumen, muchas otras, lo que ser� una buena se�al de que caminamos por la v�a adecuada.

Ciertamente, Consejero McLarty, contamos con que Ud. contin�e prestando la colaboraci�n y apoyo que ha dado al proceso. Sus condiciones humanas, determinaci�n y comprensi�n, han constituido un significativo aporte.

Muchas gracias.

[SIRG/1996/VII/tracker.htm][SIRG/1996/VII/tracker.htm]