Intervenci�n del Secretario General de la Organizaci�n de los Estados Americanos, Doctor C�sar Gaviria, en la instalaci�n del primer per�odo de sesiones del Comit� Interamericano contra el Terrorismo, CICTE

Miami, Octubre 28 de 1999

Antes de iniciar quiero felicitar al gobierno, a las fuerzas pol�ticas y al pueblo argentino por el significativo �xito de su reciente certamen electoral. Estamos seguros que el nuevo gobierno de don Fernando de la Rua mantendr� el alt�simo respaldo y prioridad que la administraci�n del Presidente Menem le ha dado al fortalecimiento de los mecanismos interamericanos contra el terrorismo. Le solicitamos al Ministro Carlos Corach trasmitir esos sentimientos que, estoy seguro, comparten todas las delegaciones. Esperamos iguales desarrollos democr�ticos en Guatemala, Chile y Uruguay en el curso de los pr�ximos d�as.

Es para m� particularmente grato el encontrarme reunido hoy con ustedes para dar inicio al primer per�odo ordinario de sesiones del Comit� Interamericano contra el Terrorismo. Ante todo quiero agradecer al gobierno de los Estados Unidos, as� como a las autoridades y a los habitantes de Miami por su c�lida acogida, y por los destacados esfuerzos que han realizado para hacer posible esta importante reuni�n.

Quiero agradecer en particular la presencia del Embajador Michael Sheehan, coordinador de asuntos anti-terroristas del Departamento de Estado, y congratularlo por su elecci�n como Presidente de este per�odo de sesiones del CICTE.

Este d�a marca la culminaci�n de un dedicado y juicioso proceso de trabajo, di�logo y negociaci�n, en el seno de la OEA, y marca igualmente el inicio de un nuevo escenario de cooperaci�n y colaboraci�n que corrobora la fundamental transformaci�n del hemisferio en su actuar colectivo, al igual que el de nuestra Organizaci�n para hacerlo posible. Al celebrar este doble evento, no puedo dejar de destacar el valioso aporte de los gobiernos de Per�, Argentina y Estados Unidos, quienes han liderado con gran acierto el dise�o y la creaci�n del CICTE. Igualmente debo rese�ar y agradecer a nombre de todos los presentes el trabajo adelantado por el Embajador Claude Heller de M�xico, quien en su calidad de Presidente de la Comisi�n de Asuntos Jur�dicos y Pol�ticos, dirigi� con acierto y profesionalismo los trabajos preparatorios para esta reuni�n.

El terrorismo, tal y como fue expresado por nuestros Jefes de Estado y de Gobierno aqu�, en Miami, hace cinco a�os, constituye una violaci�n sistem�tica y deliberada de los derechos de los individuos y un asalto a la democracia misma. Se trata de un crimen vil y cobarde, que asecha agazapado a ni�os, mujeres y hombre inocentes. Es la t�ctica m�s repudiable de quienes pretenden erradamente, defender ideas o avanzar prop�sitos pol�ticos por la v�a de las armas y de la violencia. Hoy, para todos los americanos es claro que no hay justificaci�n alguna para el terrorismo y la violencia, que no existe causa ninguna que valide el recurso a la muerte y el terror para el logro de cualesquiera prop�sito.

En nuestra regi�n, particularmente durante las d�cadas de los setenta y de los ochenta, hemos tenido que sufrir los avatares de la violencia ciega de las bombas, los secuestros y los asesinatos. Frente a estos ataques, debemos reconocerlo, el principal instrumento interamericano, la Convenci�n de Washington de 1971, si bien era novedosa en sus definiciones y tipificaciones, era demasiado limitada en su alcance en cuanto al grupo humano que pretend�a proteger, y t�mida e ineficaz en el plano operativo. Sus limitaciones fueron la consecuencia inevitable de la existencia en aquel entonces de m�ltiples dictaduras y gobiernos autoritarios que pretend�an descalificar toda oposici�n democr�tica y de la persistencia del conflicto ideol�gico Este-Oeste, que en no pocas oportunidades hizo que gobiernos y entes no gubernamentales fueran injustificadamente permisivos de practicas terroristas en contra de determinados reg�menes en el marco de ese conflicto global.

Afortunadamente, podemos hoy decir que en la d�cada de los noventa los pa�ses del hemisferio se reencontraron con principios y con los valores que se han ido construyendo y afirmando a lo largo de cerca de dos siglos: defensa de la democracia como principio cardinal de todo nuestro sistema, total respeto de los derechos humanos y las libertades p�blicas, pluralismo y respeto por la diversidad y la convivencia, as� como la plena aceptaci�n del principio de la soluci�n pac�fica de controversias de nuestra Carta, de promoci�n de las medidas de fomento de la confianza y la seguridad, de defensa de la paz como un bien supremo.

Atr�s dejamos la desconfianza, el recelo y la confrontaci�n. Hoy en el avance hacia principios y valores compartidos todos aceptamos el monopolio del uso de la fuerza por parte de nuestros estados. El hemisferio ha ido uniendo esfuerzos y voluntades para enfrentar los peligros y desaf�os comunes sobre las bases de la cooperaci�n y el respeto mutuo.

En ese nuevo contexto, era natural que una renovada condena del terrorismo y un nuevo impulso a los esfuerzos de cooperaci�n para combatirlo fueran parte importante de la agenda de nuestros presidentes y Primeros Ministros, en la primera Cumbre de las Am�ricas. Simult�neamente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos recomend� la tipificaci�n del terrorismo como un delito internacional perseguible y sancionable.

Estas consideraciones adquieren mayor relevancia a�n cuando se considera que la creciente interdependencia y la globalizaci�n, unidas a las transformaciones tecnol�gicas y de las comunicaciones han tenido un corolario negativo en t�rminos de seguridad. Movimientos y grupos extremistas buscan sacar partido de dichos procesos para incrementar sus actividades terroristas. Para estar al abrigo de tales ataques, no basta con eliminar eventuales amenazas internas. Cualquier pa�s puede ser objeto de atentados terroristas independientemente de sus pol�ticas interna y externa. Cualquier ciudadano puede caer v�ctima de un atentado terrorista cuyas motivaciones se encuentran en otro continente. El terrorismo se manifiesta precisamente en una de sus caracter�stica m�s odiosas: no discrimina, amenaza a todos por igual. Es una amenaza frente a la cual no podemos ni amedrentarnos, ni resignarnos. Mucho menos aceptarla como una consecuencia de la globalizaci�n o del desarrollo de los medios de comunicaci�n.

Frente los peligros y desaf�os que nos trae el terrorismo, como lo hemos hecho recientemente frente al de las drogas il�citas en CICAD, la experiencia nos muestra la importancia y las bondades del multilateralismo. Los Estados del Hemisferio deben actuar en forma conjunta, en el marco del Estado de Derecho, para enfrentar las nuevas amenazas que carcomen a nuestras democracias. La manera m�s eficiente de hacerlo es a trav�s de la cooperaci�n de los gobiernos y de las autoridades judiciales, policiales y de investigaci�n.

Con ese objetivo en mente, en 1995 la Asamblea General de la Organizaci�n retom� el tema, en la Declaraci�n de Montrouis, y convoc� para 1996 la primera Conferencia Especializada Interamericana contra el Terrorismo, en Lima. All� los Estados aprobaron no s�lo una Declaraci�n Pol�tica sino tambi�n un Plan de Acci�n que, entre sus estipulaciones, subrayaba la necesidad de actualizar los c�digos penales internos y de suscribir y ratificar los convenios internacionales sobre la materia. El plan defini� as� mismo una serie de campos de acci�n para la colaboraci�n, el intercambio de informaci�n y la asistencia legal mutua que sent� las bases para llevar a la pr�ctica una cooperaci�n internacional, basada en la observancia del principio del respeto de la soberan�a de los estados, y enmarcada en la protecci�n de las libertades fundamentales que consagra el estado de derecho democr�tico que todos queremos defender .

La Cumbre de las Am�ricas que se realiz� en Santiago de Chile, en 1998, dio el respaldo pol�tico, al m�s alto nivel, a las propuestas contenidas en el Plan de Acci�n de Lima y orden� la convocatoria a una segunda Conferencia Especializada para evaluar los progresos alcanzados y determinar nuevos cursos de acci�n en materia de cooperaci�n para combatir y prevenir el terrorismo.

En el marco de la preparaci�n de dicha reuni�n surgi� un elemento central: Era claro que si bien gracias a la Declaraci�n y el Plan de Acci�n de Lima los pa�ses del Hemisferio hab�an dado un paso trascendental para fortalecer los v�nculos de cooperaci�n y trabajo mancomunado para prevenir y combatir el terrorismo, tales propuestas y recomendaciones requer�an un mecanismo de seguimiento, de apoyo y facilitaci�n para su efectiva puesta en marcha. Era necesario crear una instancia permanente de coordinaci�n y orientaci�n de las decisiones pol�ticas adoptadas. En ese mismo sentido el Comit� Jur�dico Interamericano, al elaborar un informe sobre las v�as m�s apropiadas para fortalecer la lucha contra el terrorismo, propuso que los Estados concentraran sus esfuerzos en dise�ar un mecanismo efectivo y real de articulaci�n de la cooperaci�n internacional.

La segunda Conferencia Interamericana sobre terrorismo se llev� a cabo en Mar del Plata en noviembre del a�o pasado. Fruto de una intensa labor y de la voluntad de todos los Estados, en esa reuni�n se aprob� un documento de gran valor, el Compromiso de Mar del Plata, que propuso la creaci�n del CICTE y estableci� los lineamientos para la cooperaci�n interamericana. La Asamblea General de la OEA, en Guatemala, en junio de este a�o, aprob� la propuesta contenida en �l.

Hago este recuento hist�rico porque nos permite ver con orgullo y satisfacci�n c�mo se ha incrementado la din�mica de trabajo, c�mo se ha enriquecido el di�logo pol�tico, como se ha fortalecido la acci�n conjunta, como se ha trasformado para ello los instrumentos a la mano de nuestra Organizaci�n. En menos de cinco a�os hemos emitido las declaraciones de pol�ticas y de principios, hemos dise�ado un Plan de Acci�n y las hemos complementado con herramientas concretas que coadyuven en la tarea com�n de hacer del hemisferio una regi�n m�s segura y de combatir los enemigos y las amenazas que confrontamos todos.

Esa misma evoluci�n se ha puesto de presente en otras esferas de la Organizaci�n y que est�n muy relacionadas con los temas que estamos abordando aqu�. Tal es el caso de la Convenci�n contra la Fabricaci�n y el Tr�fico Il�citos de Armas de Fuego, Municiones y Explosivos, la cual fue discutida y acordada en un tiempo r�cord, y que ha sido ratificada ya por nueve Estados. Lo es igualmente la firma en la Asamblea de Guatemala de la Convenci�n sobre Transparencia en la compra de armas. Otro buen ejemplo lo constituye la aprobaci�n y puesta en marcha por la CICAD, a principios de este mes en Montevideo, del Mecanismo de Evaluaci�n Multilateral en materia de lucha contra las drogas que conlleva la transformaci�n m�s sustantiva que se haya realizado en la forma como hemos de enfrentar y resolver el problema del tr�fico y abuso de estupefacientes creando un conjunto excepcional de criterios, intercambios y practicas fundamentados en la cooperaci�n internacional y la responsabilidad compartida.

Se�oras y Se�ores,

El terrorismo vive del impacto que genera sobre los habitantes del com�n y la presi�n que a su vez ellos pueden ejercer sobre los gobiernos e instituciones para que cedan al chantaje terrorista. Por ello en la lucha para erradicarlo, el primer objetivo debe ser siempre, como dicen los angloparlantes, "ganar la mente y los corazones" de la poblaci�n. Para ello, ante todo debemos proseguir en la labor de fortalecer y profundizar nuestras democracias, actuar conforme al respeto de los derechos individuales, promover la participaci�n de todos, en particular de los m�s vulnerables. Es necesario que las instituciones, los partidos pol�ticos y las dem�s organizaciones de la sociedad civil articulen y representen de manera integral los diferentes preocupaciones e intereses del conjunto de la naci�n. En fin, s�lo si ganamos la batalla cotidiana por asentar y profundizar la legitimidad y representatividad de la democracia ante los ojos de los ciudadanos, lograremos concitar el apoyo irrestricto de la sociedad entera para rechazar y eliminar cualquier acto terrorista.

De otra parte, podemos y debemos hacer mucho m�s para cerrarle los espacios de acci�n a los grupos extremistas y terroristas. Debemos impedir: que tengan apoyo log�stico o financiero, que puedan usar los pasos fronterizos para evadir la justicia, que las armas y explosivos que requieren para sembrar el terror lleguen a sus manos. En ese sentido, esperamos que muy pr�ximamente se deposite el d�cimo instrumento de ratificaci�n de la Convenci�n contra la producci�n y el tr�fico il�citos de armas, con lo cual el Comit� Consultivo previsto en ese instrumento podr� entrar a operar y a colaborar con las labores del CICTE. Debemos tambi�n fortalecer y mejorar la capacidad y el conocimiento de los funcionarios judiciales, de polic�a e investigaci�n para enfrentar las amenazas terroristas. Debemos hacer m�s r�pido y f�cil el flujo de informaci�n entre autoridades ya que �sta es una de las mejores herramientas para prevenir la realizaci�n de los atentados. Avanzar en el cumplimiento de esas tareas es la funci�n de este Comit�. Tambi�n deber� seguir reflexionando y proponiendo f�rmulas siempre novedosas para cerrar el cerco a los terroristas.

Se�oras y se�ores,

Al instalar este primer per�odo de sesiones del Comit� Interamericano contra el Terrorismo, quiero desearles �xitos en sus trabajos, y transmitirles el voto de confianza y de esperanza de los pueblos de las Am�ricas, en la seguridad de que sus aportes, su compromiso y dedicaci�n, as� como los resultados del trabajo unido y cooperativo de todos contribuir�n a salvar la vida de miles de mujeres, hombres y ni�os de todo el hemisferio y por ende a hacer de las Am�ricas una regi�n m�s segura para beneficio de todos .

Muchas gracias.

[Terrorism/tracker.htm][Terrorism/tracker.htm]